Dice Gianni Rodari
UN DÍA, EN EL EXPRESO SORIA MONTEVERDE,
VI SUBIR A UN HOMBRE CON UNA OREJA VERDE.
YA JOVEN NO ERA, SINO MADURO PARECÍA,
SALVO, LA OREJA QUE VERDE SEGUÍA.
ME CAMBIÉ DE SITIO PARA ESTAR A SU LADO
Y OBSERVAR EL FENÓMENO BIEN MIRADO.
LE DIJE: SEÑOR, USTED, TIENE YA CIERTA EDAD,
DÍGAME, ESA OREJA VERDE, ¿LE ES DE ALGUNA UTILIDAD?
ME CONTESTÓ AMABLEMENTE: YO YA SOY PERSONA VIEJA,
PUES DE JOVEN SÓLO TENGO ESTA OREJA.
ES UNA OREJA DE NIÑO, QUE ME SIRVE PARA OÍR
COSAS QUE LOS ADULTOS NUNCA SE PARAN A SENTIR:
OIGO LO QUE LOS ÁRBOLES DICEN, LOS PÁJAROS QUE CANTAN,
LAS PIEDRAS, LOS RÍOS Y LAS NUBES QUE PASAN,
OIGO TAMBIÉN A LOS NIÑOS, CUANDO CUENTAN COSAS
QUE A UNA OREJA MADURA, PARECERÍAN MISTERIOSAS.
ASÍ HABLÓ EL SEÑOR DE LA OREJA VERDE
AQUEL DÍA, EN EL EXPRESO SORIA MONTEVERDE.
VI SUBIR A UN HOMBRE CON UNA OREJA VERDE.
YA JOVEN NO ERA, SINO MADURO PARECÍA,
SALVO, LA OREJA QUE VERDE SEGUÍA.
ME CAMBIÉ DE SITIO PARA ESTAR A SU LADO
Y OBSERVAR EL FENÓMENO BIEN MIRADO.
LE DIJE: SEÑOR, USTED, TIENE YA CIERTA EDAD,
DÍGAME, ESA OREJA VERDE, ¿LE ES DE ALGUNA UTILIDAD?
ME CONTESTÓ AMABLEMENTE: YO YA SOY PERSONA VIEJA,
PUES DE JOVEN SÓLO TENGO ESTA OREJA.
ES UNA OREJA DE NIÑO, QUE ME SIRVE PARA OÍR
COSAS QUE LOS ADULTOS NUNCA SE PARAN A SENTIR:
OIGO LO QUE LOS ÁRBOLES DICEN, LOS PÁJAROS QUE CANTAN,
LAS PIEDRAS, LOS RÍOS Y LAS NUBES QUE PASAN,
OIGO TAMBIÉN A LOS NIÑOS, CUANDO CUENTAN COSAS
QUE A UNA OREJA MADURA, PARECERÍAN MISTERIOSAS.
ASÍ HABLÓ EL SEÑOR DE LA OREJA VERDE
AQUEL DÍA, EN EL EXPRESO SORIA MONTEVERDE.
Queridos chicos, hoy dejan atrás ésta querida escuela primaria y con ella los años de la infancia pero les quiero contar un secreto: hace ya un tiempo largo que vengo cuidando en cada uno de ustedes una incipiente oreja verde, esa que escuchó los cuentos de Pescetti, bailó con las canciones de Ma Elena Walsh, se enamoró con los poemas de Liliana Ciento pero que también los dejó maravillarse con Shakespeare o Conan Dyle.
He pasado momentos inolvidables con ustedes. Cada vez que entraba al salón de clase y mágicamente la puerta se cerraba atrás mío, el aula de 7ª grado sufría una maravillosa transformación: ha sido el escenario en el que Frin le declaraba su amor a Alma, o la selva en la que Horacio Quiroga escribía sus cuentos, fue también la lejana Dinamarca en la que Hamlet tramaba la terrible venganza contra su tío Claudio, fue la sala de cine en la que nos maravillamos con Nelson Mandela o lloramos con el Niño de pijama a rayas, nos faltaron los pochoclos pero no la necesidad casi desesperada de reflexionar con la Historia. Este salón se convirtió más de mil veces en la sede principal de Real Academia Española en Madrid donde trituramos la Lengua, todos y cada uno de los morfemas y los lexemas que forman el inagotable mundo de las palabras, porque estábamos convencidos de que sólo estrujándolos nos apropiábamos de sus normas y sus reglas, porque sabíamos que armando y desarmando palabras era la única manera posible de ampliar nuestro vocabulario. Fue también en muchas oportunidades una clase magistral de lingüística en la que hasta nos dimos el gusto de encarnar al mismísimo Noam Chomsky y estudiar como los científicos de la Lengua esas estructuras gramaticales que hoy los hacen tan buenos escritores. Pero todo esto ocurre muy pocas veces en la vida, ocurre cada tanto en la clase de un docente, ocurre de vez en cuando y sólo cuando un excepcional grupo como el de ustedes está ávido de conocimiento.
Hoy les suelto la mano, con un poquito de angustia como cuando mamá los dejó ir solos al cine por primera vez, pero absolutamente convencida de que son seres responsables, respetuosos y pensantes. Hoy dejan de ser nenes y nenas. Sé que se colgaron la mochila de la vida para seguir caminando una ruta que yo ya no acompaño pero quiero que sepan algo: en un rinconcito de esa mochila les puse un frasquito que fuimos llenando de palabras durante todos estos años compartidos: palabras lindas para que puedan acariciar con ellas, palabras duras para que puedan decir que no, palabras alegres para que puedan descostillarse de risa y palabras tristes porque a veces la vida nos hace llorar, palabras al fin porque sin ellas seríamos incapaces de pensar.
Los quiero un montón y solo le ruego ala vida que sean inmensamente felices.
Euge
1 comentario:
gracias euge !
bauti correa.
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